PARA MÍ

Sus ojos y su mirada es lo que más recuerdo.

Yo me sumergía en esa mirada como en una profunda laguna de aguas tranquilas.
Me dejaba llevar, me hundía hasta lo más profundo, hasta perder la noción de mi ser. Luego volvía de nuevo a la consciencia, con la sensación de haber estado en su interior.

No hablo de descubrimientos. Nunca descubrí nada nuevo de él. Las emociones que sentía, sólo se refieren a mí.

Era yo la que se entregaba en ese buceo mágico. Yo la que se abandonaba a sus profundidades, sin miedo, con un deseo irrefrenable de desintegrarme y desaparecer en él.

Y su boca, su boca es lo que más añoro. Sus besos ávidos, posesivos, urgentes, me hacían soñar con espacios infinitos llenos de estrellas.

En unos segundos, me mostraba el Universo entero, me arrastraba con él y hubiera podido morir sin sentirlo, si no fuera porque su abrazo me rescataba.